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José Gerardo Vaca Lombana
Docente de UNICERVANTES e Innovador Social
La ciudadanía global es un concepto que ha ganado importancia en un mundo cada vez más interconectado. Esta noción tuvo su primera aparición en el escenario internacional en el año 2012, tiempo en el cual el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, mencionó que: “La educación debe asumir plenamente su papel central y ayudar a los individuos a crear sociedades más justas, más pacíficas, más tolerantes e inclusivas”.
Se podría inferir que un ejercicio educativo que trasciende fronteras aporta al desarrollo social y al crecimiento económico, en el entendido que las competencias en educación para la ciudadanía global se basan en 6 dimensiones de las cuales mencionaremos cinco, de acuerdo con el Consejo de Europa (s.f), se definen de la siguiente manera:
- Educación para el desarrollo: La educación para el desarrollo puede ayudar a las personas a comprender las causas de la pobreza y la desigualdad, y a desarrollar las habilidades necesarias para abordar estos problemas. Esto puede conducir a un desarrollo social más equitativo y sostenible.
- Educación en derechos humanos: La educación en derechos humanos puede ayudar a las personas a comprender y defender sus derechos, así como los derechos de los demás. Esto puede contribuir a una sociedad más justa y pacífica.
- Educación para la sostenibilidad: La educación para la sostenibilidad puede ayudar a las personas a comprender los desafíos ambientales y a desarrollar las habilidades necesarias para abordarlos. Esto puede conducir a un crecimiento económico más sostenible.
- Educación para la paz: La educación para la paz puede ayudar a las personas a resolver conflictos de manera pacífica. Esto puede contribuir a una sociedad más pacífica y próspera.
- Educación intercultural: La educación intercultural puede ayudar a las personas a comprender y respetar la diversidad cultural. Esto puede contribuir a una sociedad más inclusiva y tolerante.
A medida que la tecnología y la globalización han acercado a las personas y las culturas de todo el mundo, la noción de ciudadanía se ha ampliado más allá de las fronteras nacionales. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha destacado la importancia de una educación global que prepare a los estudiantes para comprender y enfrentar los desafíos y oportunidades de un mundo interconectado.
Esto incluye el fomentar la competencia intercultural, el aprendizaje de idiomas y la promoción de la ciudadanía activa y participativa. Por ende, la ciudadanía global no se refiere simplemente a la pertenencia a un país en particular, sino a la identificación y la conciencia participativa en una comunidad global.
¿Cómo se integra el concepto de ciudadanía global?
Este concepto se integra en los Objetivos de Desarrollo Sostenible con el ODS 4: que tienen como meta garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida. La educación de calidad puede ayudar a las personas a desarrollar las habilidades y el conocimiento necesarios para alcanzar su pleno potencial. También puede ayudar a las personas a participar plenamente en la sociedad y contribuir al desarrollo sostenible.
Para 2030, la comunidad internacional se ha comprometido a que todos los estudiantes adquieran las habilidades necesarias para contribuir a un mundo sostenible y justo. Las universidades tienen la responsabilidad de enseñar a los profesionales en formación a ser ciudadanos globales, es decir, personas que comprenden y responden a los desafíos y oportunidades de un mundo interconectado.
¿En UNICERVANTES cómo se aplica el concepto de ciudadanía global?
Desde el Proyecto Educativo Institucional de UNICERVANTES, nos reconocemos como una Institución de Educación Superior que comparte la confesionalidad católica asumiendo la tradición, identidad y misión fundamental formadora de los Padres Agustinos en el mundo. Así mismo estamos dispuestos para acoger a todas las personas sin distinción de religión, sexo, raza o condición social que buscan alimentar una preocupación por el bien común y comparten el compromiso por una ciudadanía responsable, virtuosa, ética y productiva con el fin de construir un mundo más justo y humano.
De allí consideramos que la internacionalización es un proceso que trata de reconocer que nuestras acciones y decisiones locales tienen un impacto global y viceversa. La ciudadanía global se basa en valores como la justicia, la equidad, la responsabilidad y el respeto por la diversidad cultural y la sostenibilidad ambiental.
El compromiso de la formación con visión internacional requiere una mirada disruptiva y analítica, capaz de hacer diagnósticos en ambientes volátiles, inciertos, ambiguos y cambiantes; donde los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza, los conflictos y la migración, requieren soluciones cooperativas. La ciudadanía global promueve la empatía y la comprensión entre diferentes culturas y naciones, lo que es esencial para la paz y la estabilidad mundiales (Held, 2009).
Además, fomenta la colaboración e innovación en asuntos globales y la promoción de los derechos humanos en todas partes; no es un concepto abstracto, sino una llamada a la acción, a la promoción de valores universales y a la cooperación global, es esencial para abordar los desafíos mundiales y para forjar un futuro más igualitario y sostenible que reconoce nuestra interconexión como habitantes de un planeta compartido asumiendo la responsabilidad de un futuro mejor
¿El concepto de ciudadanía global sería la respuesta?
En este contexto, la ciudadanía global emerge como una respuesta crítica para abordar las desigualdades y las expulsiones (Sassens, 2010). Nos llama a reconocer la responsabilidad que compartimos como ciudadanos de un mundo interconectado y a actuar en defensa de la justicia y la solidaridad global, siendo una herramienta poderosa para desafiar la irracionalidad de la globalización, promoviendo un mundo más equitativo y humano para todos.
En un mundo cada vez más interconectado, las fronteras nacionales ya no pueden contener los desafíos y las oportunidades que enfrentamos. El cambio climático, la pobreza, las pandemias y otros problemas globales requieren soluciones integrales. La ciudadanía global es un concepto que refleja esta realidad. Es la capacidad de comprender y responder a los desafíos y oportunidades globales, desde una perspectiva que trasciende las fronteras nacionales.
Construir puentes hacia la ciudadanía global implica la evolución en los siguientes 5 pilares:
- Educación: proporcionar a las personas las habilidades y el conocimiento necesarios para comprender el mundo global.
- Colaboración: trabajar juntos para encontrar soluciones a los problemas globales.
- Innovación: desarrollar nuevas ideas y soluciones para los desafíos globales.
- Gestión: coordinar los esfuerzos para abordar los problemas globales.
- Promoción de valores que trascienden las fronteras: como la igualdad, la justicia y la sostenibilidad.
Al adoptar la ciudadanía global, no solo enriquecemos nuestras vidas, sino que también contribuimos al bienestar de la humanidad y al futuro sostenible del planeta. Este es un llamado a la acción para todos los habitantes de este mundo interconectado, recordando que somos ciudadanos de la Tierra antes que ciudadanos de un país en particular.
¿Qué podemos hacer para promover la ciudadanía global?
Aquí hay algunas ideas:
• Educarnos sobre los desafíos y oportunidades globales.
• Colaborar con personas de otros países y culturas.
• Innovar para encontrar soluciones a los problemas globales.
• Apoyar a organizaciones que trabajan para promover la ciudadanía global.
Al tomar estas acciones, podemos ayudar a crear un mundo más justo, sostenible y pacífico.
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