San Agustín, el hombre del corazón inquieto

La verdad como camino seguro hacia la felicidad fue el motivo de desorden, conocimiento, duda y certeza de San Agustín desde sus primeros pasos.

Junto a sus padres Mónica y Patricio, sintió la curiosidad por encontrar en la amistad la verdadera felicidad y como cualquier estudiante que se acerca a los libros para dar respuesta a sus inquietudes, sabiendo que lo que se ama por sí mismo no se ama.

Se fija entonces en las letras y en el orden en que se escriben, encontrando en Cartago (África) la retórica y la oratoria el camino seguro para convencer y tratar a la verdad como elemento suyo.

El amor y la verdad del conocimiento

Ese amor por el conocimiento lo lleva a pensar sobre la duda escéptica que no solo es contradictoria e imposible sino también ilegítima, ya que la inteligencia es intuitiva y por eso ella misma contiene cierta verdad que es demostrada por San Agustín.

El anhelo de conocer y llegar a la verdad lo llevó a comprender que la amistad es el mejor camino para logar un objetivo, “necesitamos de los demás para ser nosotros mismos”.

Fue el mismo sentimiento que lo hizo pensar en vivir en compañía de alguien, pero no podía ser cualquier persona, pues no todas seguían los mismos ideales de verdad.

Por eso se juntó con Marcelino, Posidio, Nebridio, Horosio, Simpliciano, quienes también motivados por la verdad entendieron que la sagrada escritura no era un libro que debía estudiarse no solo desde la razón sino del corazón.

Conversión de San Agustín

La misma tinta que estaba en los otros libros en formas de letras, era la misma tinta sagrada que ahora quedaría no en los libros sino en la llama que ardía en el corazón de estos hombres que buscaban domar el hombre de costumbres ajenas a la verdad.

Fue entonces que a lado de sus compañeros en el año 386 tuvo su conversión a Dios.

Ya cansado de caminar y buscar la belleza y los placeres en las criaturas dadas por Dios, quiso atender a las palabras que le decían “toma y lee” la palabra de Dios (Romanos 13,13)

Con el anhelo de encontrar a DIOS, quiso mediante el sacerdocio y el servicio como obispo ganar muchas almas para ÉL. Un hombre que mediante los sermones, la predicación y las obras como la “Cuidad de Dios” “Las confesiones” “la Trinidad” “La vida feliz” logró pasar a la histórica como el Doctor de la gracia y el defensor de la fe.

El encuentro con Dios

En la última etapa de su vida, quiso estudiar de manera atenta las palabras que los llegarían a la verdad, encontró que la sabiduría no solo implicaba una relación con la verdad, sino también con el ser Supremo como la meta más profunda y la aspiración más grande del ser humano.

De tal manera que su conducta iba orientada por la razón de darle orden a la misma verdad.

Finalmente, muere el 28 de agosto del año 430 en el norte de África buscando el anhelo que predicó en sus confesiones. “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” Conf 1.1.1